Cuando aprendiste a caminar y a correr atrás de una pelota, como cualquier argentino, desbloqueaste en mí un miedo que nunca imaginé que existiera, miedo a no saber enseñarte a jugar a la pelota. Porque aunque amo el fútbol con locura, no sé patear con comba, ni hacer jueguitos, no sé cabecear en el area, ni tirar un pase que no termine en la casa del vecino.
Y no, no sé jugar al fútbol, pero se me hace un nudo la garganta cada vez que escucho corear nuestro himno en las canchas, y grito los goles hasta que me arde la garganta y vos saltás de la silla entre asustado y feliz, mientras a mí se me caen las lágrimas cuando algun jugador le dedica el gol a la hinchada.
No sé jugar al fútbol, pero sigo todas las cábalas y cual mejor aluma me aprendo los nombres y equipos de los mas de 900 jugadores que vos pareces conocer a la perfección.
Perdón, no sé jugar al fútbol hijo, sin embargo sé que Messi es de otro planeta y deseo profundamente que aprendas de él que los sueños hay que perseguirlos, que si alguna vez fallás sólo hay que seguir intentando y seguir adelante a pesar de lo que diga el resto. Que hay que confiar en uno mismo y apoyarse en los que nos aman. Y aunque yo no sé como enseñarte a jugar al fútbol, te pido que escuches a Scaloni, a Aimar a Samuel, que un poco saben de eso... y que aprendas de ellos que a veces se gana y aveces se pierde pero lo único importante es dar siempre lo mejor de vos, que lo demás sólo es cuestión de tiempo, que la vida siempre da revanchas a los que no bajan los brazos.
Y yo que a lo único que pude acompañarte en este juego maravilloso fue siendo arquera eterna de penales, te pido que mires al Dibu y aprendas, que a veces nos toca estar en el banco de la vida mucho tiempo, pero nunca hay que dejar de prepararse porque un dia la vida te pide que te pongas la camiseta y salgas a la cancha... y en ese momento hay que ser valiente pero sin dejar de divertirse, hay que creerse enorme para volverse un gigante sin perder la dulzura, porque hay que mantener siempre la cabeza fría pero el corazón ardiendo.
Lo siento hijo, no sé jugar al fútbol, pero el corazón me late a mil cuando el reloj del partido empieza a correr junto con la pelota y se me detiene, sí estoy segura que se detiene, siempre que Argetina mete un gol, para volver a latir mas fuerte.
No sé jugar al fútbol mi amor y no puedo enseñarte eso, pero te puedo enseñar la pasión para alentar aunque vayamos perdiendo y el orgullo que te hace llorar de emoción cuando algún Argentino por adopción alza nuestra bandera con el mismo amor que nosotros mismos.
No sé jugar al fútbol y jamás podré darte eso, pero las calles vestidas de celeste y blanco son mi paisaje favorito, porque cuando juega la Argentina somos todos del mismo equipo y cuando gana, brotan los abrazos, las sonrisas y el amor en todos lados; y por arte del destino hoy SI PUDE regalarte el sentimiento hermoso de SER CAMPEÓN.
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