Con el tiempo aprendí que no me gusta el gris, prefiero blanco o negro. Y es por eso que siempre doy tanto como espero, todo o nada, porque un poco nunca es suficiente y a veces es demasiado.
Será que no nací común y corriente y no sirvo para eso de ser lo que nos toca que nunca encajo en los estereotipos. Pero aunque me costó tiempo y tropezones, comprendí que no ser de catálogo no te hace estar fuera, más bien te vuelve edición limitada y eso es lo que soy, porque valgo mucho más de lo que a primera vista puedas apostar, valgo tanto como sé que puedo dar y eso ya es demasiado.
Al final entendí que si un amor no me llena, no vale achicar el vaso, porque el amor siempre seguirá siendo poco.
Así que da lo que el otro es capaz de recibir, acepta lo que tiene y sigue buscando, que ya llegará quien tenga amor suficiente para que rebalses por los lados…
Y no te preocupes que sabrás dónde parar, ahí donde puedas ser todo el torrente que eres sin miedo a derramarte en vano.
Y yo, mientras llega, seguiré enamorándome hasta los huesos una o un millón de veces, lo que sea necesario, porque es la única manera en que sé hacerlo. Pero ya no a cualquier precio, porque amar mucho no es el problema, sino que sea demasiado.
Comentarios
Publicar un comentario