No esperaba encontrarse tal y como se encontraba. Jamás se hubiera imaginado abriendo la puerta de su alma aún ocupada. -¡Desalojá!- Gritaba la policía con sus armas en alto, pero el inquilino no daba marcha atrás, aquel lugar le pertenecía y no había quién lo saque de allí. -¡Desalojá, mugriento! Hay gente que pagó por ese lugar, no te pertenece.- Intentaba hacerlo entrar en razones un comisario, sin mucha técnica para ello. La casa estaba ocupada y en la vereda, un revuelo de hombres vestidos de azul que iban y venían buscando la mejor manera o la más rápida, de sacar al ocupa de adentro. -¡Yo entro y lo cago a tiros! ¡Ese roñoso ya me tiene podrido!- Decía un sargento, al que le costaba un poco la tolerancia. -Pará Manuel, pará, ya vamos a encontrar el modo, no es cuestión.- Lo frenaba un compañero tomándolo del hombro. Mientras tanto, en la vereda del frente, de pie junto a un farol, esperaba atento el nuevo inquilino, que ya había pagado un mes por adelantado. "El caso es...