Cuando aprendiste a caminar y a correr atrás de una pelota, como cualquier argentino, desbloqueaste en mí un miedo que nunca imaginé que existiera, miedo a no saber enseñarte a jugar a la pelota. Porque aunque amo el fútbol con locura, no sé patear con comba, ni hacer jueguitos, no sé cabecear en el area, ni tirar un pase que no termine en la casa del vecino. Y no, no sé jugar al fútbol, pero se me hace un nudo la garganta cada vez que escucho corear nuestro himno en las canchas, y grito los goles hasta que me arde la garganta y vos saltás de la silla entre asustado y feliz, mientras a mí se me caen las lágrimas cuando algun jugador le dedica el gol a la hinchada. No sé jugar al fútbol, pero sigo todas las cábalas y cual mejor aluma me aprendo los nombres y equipos de los mas de 900 jugadores que vos pareces conocer a la perfección. Perdón, no sé jugar al fútbol hijo, sin embargo sé que Messi es de otro planeta y deseo profundamente que aprendas de él que los sueños hay que...
-No entiendo que le ves.- Dijo Erik mientras la veía a lo lejos con el ceño fruncido. Para él no era más que una chica aburrida, Pero Nando no demoró en responder sin quitarle los ojos de encima -Me gusta porque no se le nota que está rota y me contagia esa idea de que se puede ser feliz a pesar de tener un corazón despedazado. Y sí, le falta una pieza, de esas que nunca más va a encontrar, pero no le interesa, porque tampoco la está buscando. Sigue jugando con las que le quedan, sabiendo que nunca más va a volver a tener el rompecabezas armado arriba de la mesa. Y sin embargo guarda el dolor para otro momento y se para con esa fortaleza del que sabe que así es la vida. Porque ella ya entendió todo. Sabe que en la guerra siempre se pierde, por eso no se detiene a contar el saldo de la batalla. Perdió pero igual se ríe y disfruta. Contagia la idea loca de que se puede. Ella perdió justo lo que no tenía que perder. De todas las cosas posibles justo ésa no tenía que perderla y la perdió. ...