Sospecho que jamás entenderé por qué, cada vez que empiezo a estar bien, regresas a mi mente, una y otra y otra vez como, un triste y aburrido, sueño recurrente.
No te extraño, no te he extrañado nada. ¡Qué feliz que he sido en tu ausencia!. ¿Por qué entonces te llamo? una y otra, y otra vez. Como quien llama a un número ocupado e instintivamente insite aunque tiene certeza de que no hay quién del otro lado. Así. Así igual te llamo en mi mente a cada momento.
Estimo que jamás dejaré de hacerlo, aunque tengo la esperanza de lograrlo algún día. No entiendo esta estúpida necesidad casi suicida, pero no le temo; porque así como te necesito tanto, también te reconozco lejos, inalcanzable y eterno.
Hoy cierro los ojos y te extraño, pequeño pedazo de cielo.
Hoy a la distancia te siento cerca, tan cerca, como en aquel abrazo último, que siempre recuerdo. Y en el silencio de esta noche sin estrellas, te las regalo a todas, ya no las quiero; porque bajo el manto oscuro de este cielo lejano no tengo más que, decirte que todavía te quiero.
No te extraño, no te he extrañado nada. ¡Qué feliz que he sido en tu ausencia!. ¿Por qué entonces te llamo? una y otra, y otra vez. Como quien llama a un número ocupado e instintivamente insite aunque tiene certeza de que no hay quién del otro lado. Así. Así igual te llamo en mi mente a cada momento.
Estimo que jamás dejaré de hacerlo, aunque tengo la esperanza de lograrlo algún día. No entiendo esta estúpida necesidad casi suicida, pero no le temo; porque así como te necesito tanto, también te reconozco lejos, inalcanzable y eterno.
Hoy cierro los ojos y te extraño, pequeño pedazo de cielo.
Hoy a la distancia te siento cerca, tan cerca, como en aquel abrazo último, que siempre recuerdo. Y en el silencio de esta noche sin estrellas, te las regalo a todas, ya no las quiero; porque bajo el manto oscuro de este cielo lejano no tengo más que, decirte que todavía te quiero.
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