Ir al contenido principal

Carta desde el auto-exilio

Sospecho que jamás entenderé por qué, cada vez que empiezo a estar bien, regresas a mi mente, una y otra y otra vez como, un triste y aburrido, sueño recurrente.
No te extraño, no te he extrañado nada. ¡Qué feliz que he sido en tu ausencia!. ¿Por qué entonces te llamo? una y otra, y otra vez. Como quien llama a un número ocupado e instintivamente insite aunque tiene certeza de que no hay quién del otro lado. Así. Así igual te llamo en mi mente a cada momento.
Estimo que jamás dejaré de hacerlo, aunque tengo la esperanza de lograrlo algún día. No entiendo esta estúpida necesidad casi suicida, pero no le temo; porque así como te necesito tanto, también te reconozco lejos, inalcanzable y eterno.
Hoy cierro los ojos y te extraño, pequeño pedazo de cielo.
Hoy a la distancia te siento cerca, tan cerca, como en aquel abrazo último, que siempre recuerdo. Y en el silencio de esta noche sin estrellas, te las regalo a todas, ya no las quiero; porque bajo el manto oscuro de este cielo lejano no tengo más que, decirte que todavía te quiero.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Libres

  SER LIBRES DE LAS OPINIONES DE LOS DEMÁS. LIBRES DE LA ESCLAVITUD QUE SIGNIFICA ESTAR PENDIENTES DE LA IMAGEN FRENTE A LOS OTROS"  [Gurdjieff]   Confía en tu corazón, olvida las opiniones externas y suelta los viejos mandatos heredados y repetitivos sobre quién y cómo deber ser o hacer. Sólo cuando hayas olvidado todas las reglas, las criticas, incluso las constructivas y lo que los otros desean y esperan de vos, habrás podido hacer el suficiente silencio para escuchar en tu interior y despertar; tomar conciencia que depende sólo de nosotros ser todos los protagonistas de nuestra propia historia y animarnos, pese al qué dirán, a elegir lo que nos hace felices, lo que verdaderamente deseamos. No tengas miedo que el único pecado es no ser felices. •(Esto lo agrego yo)•

Memoria

No alcancé a esbozar el pensamiento y ya tenía su sonrisa frente a mis ojos. -Te quiero- decía sin saberlo y sin saber lo bien que me hacía. Un cuidadoso pero cálido abrazo rompió el hielo que hacía meses nos tenía separados, congelados, inmóviles casi irreconocibles. Lo extraordinario fue cómo mis brazos recodaban la forma exacta de su espalda y mi espalda el calor y la energía de su manos. El cuerpo tiene memoria, más memoria que la propia memoria; al menos que la mía que, dolida y asustada, ya hacía tiempo lo había olvidado. El cuerpo tiene memoria, me dijo mi maestra de danzas a mis ocho años y hoy recién la comprendo pues lo he comprobado . El cuerpo tiene memoria, sólo bastó una sonrisa y la fiesta pudo acabar en paz.

Un cuento de hadas

Sofía creía haberse enamorado, como se enamoran todas las chicas de su edad. Ciertamente lo había hecho, pero no como todas las otras. Amaba sus palabras, sus ojos, el olor a su piel, lo suave de su cabello. Y decía que él amaba el color de su voz, el sabor de su mirada y el olor de sus besos. Se amaban tanto, que tenían un país inventado, que digo un país, un mundo entero, donde el cielo permanecía en la aurora y los árboles eran todos de moras. Ella lo amaba, como todas las chicas de su edad aman, él la amaba, como las aman a todas las chicas de su edad; Se amaban tanto, que en un lugar se les acabó el amor y no se dieron cuenta. Sofía creía haberse enamorado pero, los cuentos de hadas son sólo eso, ella debió saberlo.