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Hola, ¿estás ahí? -pregunto y no respondes- pero sé que del otro lado del infinito, en algún lugar del universo, me escuchas, me sientes; tal y como yo te siento.
E igual no respondes.
Algo enmudece tus labios y entristece tus grandes ojos pardos; y no lo comprendo.
Acá estoy.
Hoy no grito, no reclamo, no lloro más tu silencio; hoy simplemente te espero. Sí, te espero, sé que un día recobrarás la voz y en el momento exacto en que grites, cuando lo que ata tus palabras se desate, ahí estaré yo, para atajar las letras que forman mi nombre y el tuyo; y podrás nombrarnos de nuevo.
Acá estoy, del otro lado del teléfono, a la vuelta de la esquina de este estrecho universo.
Hoy no grito, no reclamo, no lloro más tu silencio, hoy simplemente te espero; sé que un día recobrarás la voz y ahí estaré yo, para escucharte decir te quiero.
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