Apartó la mirada, incapaz de ver sus dos ojos tristes y presurosa empujó el baúl en el asiento trasero del auto, acomodó su vestido de flores azules y cerró la puerta, haciendo el intento de cerrar también la del alma.
Cuando el auto se puso en marcha, su corazón se moría por voltear, pero ganó a sus ganas el instinto a sobrevivir y lo dejó atrás, olvidándolo para siempre.
-¿Cuánto dura para siempre?- se pregunta hoy entre sus brazos y el único para siempre en el que puede creer es aquel hasta el que se juró amarlo. -¿Cómo pude dejarte?- se reprocha incansablemente -¿cómo fui capaz de no voltear a mirarte?-.
Mientras se alejaba el coche, una especie de calma fluyo en su ser, una calma que no le satisfacía pero era mejor irse que verlo partir algun día. Te extrañaré gritaba en silencio, pidiéndole al viento que lleve sus suspiros hasta su piel. Te extrañaré aceptaba mientras temía que no lo haga él.
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